sábado, 28 de mayo de 2011

Tipán - en las faldas del Coropuna




Hace un par de años visité Tipán. Un pueblo muy pequeño, ubicado en una de las laderas del Coropuna. Un paisaje de ensueño que fácilmente supera a la mejor postal suiza (si consiguiesemos incorporar a la foto una Holstein rolliza y altamente productiva).





Lamentablemente, el viaje sólo fue un full day. Largamente valía la pena quedarse varios días. Salimos de Arequipa de madrugada y retornamos muy tarde por la noche. Desayunamos en el camino, en Corire, lo que merece un punto aparte por lo sabroso de la comida.




Desde Corire, se empieza un ascenso por caminos (por esos años) en muy mal estado. Unas tres horas de ascenso (leve por cierto) hasta llegar al pueblo de Tipán. Por el trabajo que debíamos realizar, fuimos directamente a los campos agrícolas, en la parte alta del pueblo. Llegamos casi hasta la misma ladera del Coropuna. Es un paisaje paradisiaco, de película. Estuvimos recorriendo pequeños predios agrícolas, todo el tiempo bajo la atenta mirada del Apu Coropuna.





Una zona agrícola de ensueño, que perfectamente podría transformarse en un destino para el ecoturismo. Me encantaría poder describir la sensación de recorrer pequeñas parcelas, bajo el Coropuna. Más que un trabajo, fue un hermoso paseo, junto a campesinos amables, cordiales y cultos. La agricultura se desarrolla gracias a los deshielos del Coropuna, que majestuoso domina toda la zona.



En el pueblo de Tipán, compartimos con los pobladores unos deliciosos cuyes y chicharrones. Fue un almuerzo (casi cena) delicioso, lleno de sabor y cordialidad.


Existen muchos paisajes hermosos, paradisiacos en el país. El de Tipán es uno de ellos. Un pequeño enclave agrícola a los pies del Coropuna. Pareciera que el nevado esta allí, a tiro de piedra, dominando todo con su inmensidad.

Ojalá los pequeños productores de Tipán logren sus sueños y tengan instaladas ya las plantaciones de palta que soñaban. Con ello, es muy probable que a la inconmensurable riqueza inmaterial que tienen, puedan sumarle algo de riqueza material y económica.

lunes, 23 de mayo de 2011

Lambayeque tierra del King Kong (y de excelentes restaurantes)




Este será, con mucha probabilidad, el post más cargado de emotividad que escriba. Nací y crecí en Chiclayo, pero en Lambayeque he pasado los mejores momentos de mi vida. En cada almuerzo dominical en casa de mis abuelos y en cada una de las múltiples reuniones familiares.



Lambayeque es para mi una ciudad entrañable, encantadora. Por muchisimos años opacada por el desarrollo urbano y comercial de Chiclayo. Felizmente, ha encontrado su posicionamiento dentro de la región y del circuito turístico nororiental. Lambayeque es hoy, la capital gastronómica de la región homónima, además de ser sede de uno de los más importantes museos del país.



El Fiesta, el mejor restaurante fuera de Lima, se encuentra ubicado en Chiclayo. Sin embargo, son muchos los restaurantes que hacen de Lambayeque un espectacular destino gastronómico. Desde el antiguo y tradicional El Cántaro, hasta los nuevos emprendimientos como La Casona Descalzi.



Sin temor a equivocarme, creo que los cuatro mejores restaurantes en Lambayeque, en orden alfabético (cada cual podrá seleccionar su propio favorito) son: El Cántaro, El Pacífico, El Rincón del Pato y La Casona Descalzi. Todos ellos con una alta calidad en los platos y en el servicio. El Cántaro es el más antiguo y La Casona Descalzi el más reciente; el Cántaro con platos diversos de la gastronomía Lambayecana, El Pacífico con una carta más orientada a pescados y mariscos, con una sazón norteña más amplia (con fuerte influencia piurana), el Rincón del Pato, con una muy variada oferta gastronómica sobre la base del pato (uno de los insumos tradicionales de la gastronomía lambayecana); y la Casona Descalzi con una propuesta más innovadora, incorporando lo mejor de la gastronomía peruana actual.



Todos ellos, excelentes restaurantes. Para todos los gustos. Imperdibles los 4. Y, de todas maneras, todo viaje a Lambayeque tiene que culminar con la compra de un delicioso King Kong San Roque, casi una obligación para todo viajero.





miércoles, 18 de mayo de 2011

Piura - Paraiso gastronómico

Se ha escrito mucho sobre la sazón piurana. De hecho, cada vez que tengo la oportunidad de retornar a esta ciudad, voy con el estomago feliz. En pocos sitios del Perú se come tan bien como en Piura.

Son muchos los lugares donde se puede disfrutar de una excelente comida en Piura. Citaré sólo aquellos en los que he estado recientemente, y que, a mi criterio tienen un nivel superior al promedio.

1. El Uruguayo, creo que con largueza, las mejores carnes de Piura. Los últimos tres viajes que he hecho, he cenado alguna vez en este local. La atención es muy buena, el local muy agradable, los precios bastante razonables (más aún teniendo en cuenta la calidad de los productos y la exquisita sazón). Si uno quiere disfrutar de una buena parrilla, El Uruguayo es el lugar indicado.

2. La Tomasita, quizás lo mejor en comida típica. Tiene una grave deficiencia en la calidad de atención (muy lenta, muy pocos mozos para el tamaño del local y el volumen de clientes), pero la comida es simplemente espectacular. Muy recomendable para quien desea disfrutar de la auténtica sazón piurana.

3. El Caracol Azul, por mucho tiempo, la mejor cevichería de Piura. Hoy con mucha competencia, que la esta obligando a una mejora continua. Es una cevichería de sabores tradicionales, antiguos. Perfecta para quien desee conocer el sabor tradicional de la cocina marina de Piura.

4. Miramax, una cevicher{ia moderna, en la urbanización Santa Isabel. Recientemente fui con unos amigos y quede muy gratamente sorprendido. Tiene una propuesta más moderna y "gourmet" que el Caracol Azul, pero manteniendo la esencia norteña. Es un local muy cómodo, con atención cordial y un ceviche altamente recomendable.

5. El Pikkis, un gustito personal. Una esquina en la Sánchez Cerro, unas hamburguesas deliciosas, espectaculares. Sorprendentemente baratas pero con un sabor que ya quisiera alcanzar el Bembos.

6. Los Delfines. otro gustito personal. En el inter del Mercado Modelo de Piura. El congrio frito y el ceviche de congrio mantienen ese sabor de pueblo inconfundible y profundo. Sino me equivoco, siguen friendo el pescado en la misma sartén que hace 15 años, cuando estaba en la universidad. Cada vez que puedo regreso. Un placer muy muy personal.

Por cierto, algo ineludible de traer de Piura son los chifles de la Sra. Olaechea. Podrán haber plantas más modernas, mejores estrategias de marketing, envases más coloridos y osados; pero nadie puede acercarse al sabor inconfundible de los chifles de la Sra. Olaechea. Por cierto, de yapa, como algo culposo, una natilla de La Españolita. Deliciosa.

domingo, 1 de mayo de 2011

Cotabambas - Capital del Yawar Fiesta



En Cotabambas descubrí el Yawar Fiesta. Llegué a fines de Agosto, justo para la festividad de Santa Rosa de Lima. Desde Tambobamba (unas 3 horas de camino), en un camino que surcaba una hermosa meseta altoandina. Durante el trayecto, pudimos disfrutar del vuelo de varios cóndores, y con ¡con muchísima suerte! pudimos acercarnos a uno, que comía los restos de una llama.



Fue una experiencia mágica. En un paisaje hermoso (para mi, por lo frío y solitario, con un cielo celeste con esquivas y rápidas nubes), divisamos muchas aves. Entre ellas, el guía pudo distinguir un cóndor. Lo seguimos. Se perdió, luego apareció otro (quizás el mismo). El guía, que tenía una vista realmente prodigiosa divisó un punto en el horizonte donde se congregaban decenas de aves. Descendimos de la camioneta. Caminando con mucho cuidado, nos acercamos. Un magnifico cóndor estaba comiendo una llama muerta. Las otras aves (cuyos nombres no recuerdo) intentaban robar algo de la carne. Estuvimos unos minutos observándolo. Al intentar acercarnos más, emprendió vuelo. Espectacular.



Seguimos en ruta hacia Cotabambas. La pista en relativo buen estado. Al abandonar la puna, seguimos por un zigzagueante camino. Por más de una hora tuvimos en la mira el pueblo, hasta finalmente llegar.



Cotabambas es un pueblo muy pequeño. Parecía desierto al llegar. Nos instalamos en un cómodo albergue (que es también grifo), cuyos propietarios son dos profesores jubilados, la mujer muy amable y conversadora, el señor parco y seco. Alguien dos dijo que había corrida de toros en el barrio de Santa Rosa, en la parte alta del pueblo. Hacia ese lugar fuimos.



Nunca había estado en una corrida de pueblo. La plaza del barrio se encontraba cercada. En uno de los accesos, habían instalado un improvisado corral, con dos toros y muchos toretes. A un lado de la plaza el mayordomo con su familia y amigos, absolutamente ebrios. Soltaban un torete y los jóvenes y niños al ruedo. Cuando soltaban uno de los toros, los "grandes y valientes" del pueblo se animaban a torear. Todo ello con mucha, muchisima pilsen callao. Al final sólo compre un par de "cachangas" (asi les decimos en Chiclayo), que estaban realmente muy buenas, y una coca cola.



Me es difícil describir lo que viví esa tarde. Es una experiencia única. Muy emocionante. Los jóvenes y niños felices, "toreando" a los toretes, que estaban más asustados que el más temeroso de los mozalbetes. Los "grandes" envalentonados con las pilsen, entrando al ruedo, a la salida de los enormes toros. Los gritos de la gente, la emoción. Es una vivencia muy valiosa (gracias chamba por permitirme llegar a estos sitios).



Conversando con la gente del pueblo, descubrí que en Fiestas Patrias se celebra el Yawar Fiesta. Lástima no haber llegado en esa fecha. Nos describieron la forma en la que capturan al cóndor (en una fosa natural, en la que sacrifican una oveja, con todos los hombres escondidos alrededor, algunas veces por días, prestos para capturar al cóndor ya saciado y pesado). Los preparativos del evento (embriagando al cóndor). El amarre sobre el lomo del toro, el cual enfurecido embiste a todo el que se le ponga al frente. La forma en la que sueltan, tras la corrida, al cóndor, en una ladera desde la que emprende vuelo. El jolgorio, la dicha. Lástima no tener el talento para trasladar a blanco y negro un relato lleno de colores, bebidas, felicidad. Felizmente existe José Santos Chocano.



Con o sin Yawar Fiesta, Cotabambas es un bello pueblo, amable, que recuerdo con mucho cariño. Con gente maravillosa que nos hizo sentir en casa. Con paisajes que bien valen todo el sacrificio para llegar. Un lugar que siempre recordaré con cariño.